La OTAN ha anunciado que sus miembros enviarán plataformas aéreas de combate adicionales a los despliegues en curso en el este de Europa en respuesta a los continuos temores de que Rusia pueda estar a punto de invadir Ucrania.

En una declaración de la OTAN del 24 de enero se reveló que Dinamarca va a desplegar cuatro cazas F-16 en Lituania en apoyo de la misión de policía aérea en la región, y se dice que España también está considerando el envío de aviones adicionales a Bulgaria.

Mientras tanto, el 20 de enero los Países Bajos anunciaron que desplegarían dos F-35A Lightnings II para tareas de control de calidad en Bulgaria durante los meses de abril y mayo como contribución para reforzar la defensa de la OTAN frente a las actividades rusas en las fronteras de Ucrania. Esta será la primera vez que el país despliegue operativamente sus nuevos aviones F-35A.

Junto a los dos F-35A, el Ministerio de Defensa de los Países Bajos dijo que tenía previsto desplegar un buque de transporte anfibio que embarcará lanchas de desembarco y helicópteros. No está claro si el componente rotatorio serán los Cougar del Ejército del Aire o los NH-90 de la Armada.

En cuanto a los planes de reforzar las fuerzas en Europa del Este, el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, se congratuló de la medida, afirmando que la Alianza "tomará todas las medidas necesarias" para proteger y defender a los aliados.

"Siempre responderemos a cualquier deterioro de nuestro entorno de seguridad, incluso reforzando nuestra defensa colectiva", añadió Stoltenberg.

Al hablar el 10 de enero de los planes de despliegue de cazas furtivos F-35A en Bulgaria, la ministra de Defensa holandesa, Kajsa Ollongren, dijo que "todos los esfuerzos" estaban dirigidos a "desescalar la situación", añadiendo sin embargo que era "importante estar preparados para el escenario indeseable de que las conversaciones fracasen".

Rusia ha acumulado más de 100.000 soldados en sus fronteras con Ucrania y otros países de la región, exigiendo que la OTAN retire sus fuerzas del este de Europa y cese lo que considera la expansión de la Alianza en países dentro de la esfera de influencia de Moscú. En 2014, Rusia se anexionó la península de Crimea de Ucrania tras la destitución del presidente ucraniano Víktor Yanukóvich, alineado con Moscú.

Posteriormente, Rusia apoyó una sublevación separatista en la región ucraniana de Donbass, y el conflicto en curso, ahora en punto muerto, ha provocado decenas de miles de bajas militares y civiles y el desplazamiento interno de más de un millón de ciudadanos ucranianos.

Desde el cambio de milenio, Moscú se ha mostrado especialmente agresivo en su propia expansión en países o que anteriormente formaban parte de la Unión Soviética. En 2008, Rusia invadió la vecina Georgia para apoyar un supuesto levantamiento en las regiones de Osetia del Sur y Abjasia, que fueron anexionadas de hecho.